El concepto de música ha ido
evolucionando desde su origen en la Antigua Grecia, en que se reunía sin
distinción a la poesía, la música y la danza como arte unitario. Desde hace
varias décadas se ha vuelto más compleja la definición de qué es y qué no es la
música, ya que destacados compositores, en el marco de diversas experiencias
artísticas fronterizas, han realizado obras que, si bien podrían considerarse
musicales, expanden los límites de la definición de este arte.
La música, como
toda manifestación artística, es un producto cultural. El fin de este arte es
suscitar una experiencia estética en el oyente, y expresar sentimientos,
emociones, circunstancias, pensamientos o ideas. La música es un estímulo que
afecta el campo perceptivo del individuo; así, el flujo sonoro puede cumplir
con variadas funciones (entretenimiento, comunicación, ambientación, diversión,
etc.).
Hombre y música
comienzan a fundirse, identificarse, cada vez más quedando el todo, por lo
general, convertido en un fenómeno plenamente particular, no repetible. Dentro
de esta íntima fusión está el ejecutante quien tendrá a su cargo ciertas
decisiones que rematarán el acabado final.
Uno de los
argumentos que predomina a lo largo del siglo XX es: "El libre
pensamiento". El compositor ya no está dispuesto a acatar reglas
escolásticas; no quiere decir esto que sistemáticamente las incumpla, sólo se
da el tiempo necesario para revisarlas y discutirlas, rompiendo de este modo la
atávica presión psicológica que sobre el sujeto produce cualquier escuela
'estructurada e inamovible'.
Resulta evidente
que el Siglo XX pone fin a la hegemonía del funcionalismo de Rameau. Claro está
que podemos encontrar antecedentes en el mismo Siglo XIX pero no habrán de ser
lo suficientemente contundentes como para acometer tal empresa.
Como contrapartida, el público queda mucho
más distanciado de las nuevas corrientes estético-filosóficas; sin embargo es
dable esperar, con los años, un paulatino acercamiento de éste para consolidar
los cuatro actores vitales de la música.
El trabajo que
estamos presentando, nos propone una vía sensata para la 'comprensión' de la
Historia de la Música; escrito en estilo didáctico, casi coloquial, sin
renunciar a los elementos técnicos, resultará de gran ayuda para aquellos que
deseen acercamiento razonado y efectivo a un fenómeno del que somos partícipes
necesarios aunque no del todo conscientes de su trascendencia y magnitud.
Espero que mi
investigación contribuya en la formación del conocimiento de la melodía
histórica de la música.
Para el hombre
primitivo había dos señales que evidenciaban la separación entre vida y muerte.
El movimiento y el sonido. Los ritos de vida y muerte se desarrollan en esta
doble clave. Danza y canto se funden como símbolos de la vida. Quietud y
silencio como símbolos de la muerte.
El hombre primitivo
encontraba música en la naturaleza y en su propia voz. También aprendió a
valerse de rudimentarios objetos (huesos, cañas, troncos, conchas) para
producir nuevos sonidos.
Hay constancia de
que hace unos 50 siglos en Sumeria ya contaban con instrumentos de percusión y
cuerda (liras y arpas). Los cantos cultos eran más bien lamentaciones sobre
textos poéticos.
En Egipto (siglo XX
a.C.) la voz humana era considerada como el instrumento más poderoso para
llegar hasta las fuerzas del mundo invisible. Lo mismo sucedía en la India.
Mientras que en la India incluso hoy se mantiene esta idea, en Egipto, por
influencia mesopotámica, la música adquiere en los siguientes siglos un
carácter profundo, concebida como expresión de emociones humanas.
Hacia el siglo X
a.C., en Asiria, la música profana adquiere mayor relieve gracias a las grandes
fiestas colectivas.
El término
"música" proviene del griego "musiké" (de las musas). Por
eso la paternidad de la música, tal como se la conoce actualmente, es atribuida
a los griegos. En la mitología griega, las musas eran nueve y tenían la misión
de proteger las artes y las ciencias en los juegos griegos.
En la antigua
Grecia la música abarcaba también la poesía y la danza. Tanto la danza como el
atletismo se sabe que tenían su acompañamiento musical en tiempos de Homero.
Hacia principios
del siglo V a.C., Atenas se convirtió en el centro principal de poetas-músicos
que crearon un estilo clásico, que tuvo su expresión más importante en el
ditirambo.
El ditirambo se
originó en el culto a Dionisos (Baco). Las obras -tragedias y comedias- eran
esencialmente piezas músico-dramáticas. La poesía, la música y la danza se
combinaban y las piezas eran representadas en los anfiteatros por
cantores-actores-danzadores.
La poesía era
modulada y acentuada por sílabas, e interpretada indistintamente en prosa
común, recitado y canto. La melodía estaba condicionada, en parte, por los
acentos de la letra, es decir, por la melodía inherente a la letra, y el ritmo
musical se basaba en el número de sílabas. Es dudoso que hubiese diferencia
real entre los ritmos musicales y los metros poéticos.
Desde el siglo IV
a.C., el músico comenzó a considerarse a sí mismo más como ejecutante que como
autor. El resultado fue el nacimiento del virtuosismo y el culto al aplauso.
La música, en
general, se había convertido en mero entretenimiento, por lo que el músico
perdió mucho de su nivel social. La enseñanza musical acusó un gran descenso en
las escuelas, y los griegos y romanos de las clases elevadas consideraban degradante
tocar un instrumento.
La división entre
el ciudadano y el profesional ocasionó el divorcio social y artístico que en
nuestro tiempo todavía afecta a la música europea.
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